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Reducir gasto y asignarlo eficientemente, recomienda CEESP
“Indudablemente el binomio que representa tener finanzas públicas
sanas y nulos niveles de corrupción, es la fórmula más efectiva de fortalecer a
México”, agregó en su publicación semanal Análisis Económico Ejecutivo.
Estimó que para impulsar un mayor nivel de desarrollo y
bienestar es indispensable la estabilidad macroeconómica e instrumentar
eficientemente las reformas estructurales, así como un entorno de certidumbre
sobre las leyes que se aprueban en el país y la confianza en las instituciones
que las generan y las aplican.
Sostuvo que hoy no hay otra prioridad que crear un verdadero
Estado de derecho, pues erradicar la corrupción y la impunidad llevará de forma
natural a una disminución importante en la inseguridad, factor que incide
directamente en la confianza de los agentes económicos, redundando en un fortalecimiento
del consumo y de la inversión productiva.
El organismo de investigación y análisis del sector privado
manifestó su preocupación por que en el Congreso de la Unión se consideren las
leyes secundarias de la Ley Anticorrupción como no prioritarias y se esté
proponiendo posponer su elaboración.
Consideró que no hay manera de crecer ni de tener confianza
para invertir ni para operar en un ambiente de elevada corrupción como el que
predomina y que algunos legisladores y servidores públicos se niegan a
eliminar.
“México requiere con urgencia la desaparición de este
problema, es por ello que las leyes secundarias sobre anticorrupción tienen la
mayor urgencia”, subrayó el CEESP.
De otra forma, agregó, la desigualdad, la pobreza y la falta
de inversión mantendrán al país en tasas de crecimiento que no generarán ni la
riqueza requerida para mejorar los niveles de vida, ni los empleos, que son el
único elemento real para eliminar la pobreza y reducir la desigualdad.
Afirmó que la corrupción puede inhibir un mayor crecimiento
económico del país pues representa enormes costos para la actividad productiva,
lo que incide negativamente en los flujos y la eficiencia de la inversión
pública y privada.
Si bien la corrupción genera costos monetarios importantes,
sostuvo que el mayor costo de no lograr avances importantes en esta materia
podría ser equivalente a la imposibilidad de lograr tasas de crecimiento
económico cercanas a 5.0 por ciento.