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Mitos y realidades en el precio 2016 de los combustibles

Mitos y realidades en el precio 2016 de los combustibles

Apenas despuntó 2016 y varias veces por semana -o incluso al día- he salido al paso de la pregunta de amigos periodistas: ¿cuándo y cuánto más va a bajar el precio de la gasolina y el diésel en nuestro país?

La pregunta refleja cierta expectativa generada por el anuncio y consiguiente reducción en los precios al público de los combustibles, dada a conocer por la Secretaría de Hacienda y que se aplica en las 11 mil 400 estaciones de servicio desde el primer minuto del nuevo año. 

Sin duda hay razones para que el consumidor se muestre entusiasmado. Desde que se introdujo el esquema mensual de ajustes de precios bautizado y conocido popularmente como gasolinazo, estos habían sido solo al alza, jamás a la baja. La reducción de enero es un gran mérito de la planeación gubernamental y de la conducción económica, al haber introducido como un factor para la determinación del precio final al consumidor el referente de los precios externos en algunos mercados de ciudades de Estados Unidos cercanas a la frontera mexicana, donde la gasolina y el diésel suelen correr a precios inferiores a los nuestros.

Pero de ahí a la generalización de que de ahora en adelante seguirá ese descenso hay gran diferencia. Sería temerario, incluso, que esa expectativa se dejara cabalgar desbocada, sin analizarla ni acotarla de manera responsable, cotejándola con muchas otras variables reales que pesan demasiado en el mercado interno de los energéticos derivados del petróleo. 

El cambio en el precio de los combustibles no es directamente proporcional al cambio en el precio internacional del petróleo. El combustible -no lo olvidemos- tiene gastos internos de refinación, transporte, distribución, venta, carga fiscal (impuestos), que hacen que las fluctuaciones no sean en la misma proporción que los movimientos de precios de una materia prima o commodity como es el petróleo.

Creer lo contrario equivaldría a suponer que un descenso en el precio del cacao en el mercado internacional hará que los precios de los chocolates bajen al día siguiente en las dulcerías y en la tienda de la esquina.

Los factores logísticas seguirán impactando de manera decisiva el precio final dé los combustibles: me refiero, entre otros, a las actuales capacidades para mover los hidrocarburos desde los lugares donde se obtienen, hasta los puntos donde se refinan para convertirlos en productos petrolíferos para su posterior traslado como producto terminado a miles de puntos de venta. 

Asimetrías, llaman los economistas a los elementos estructurales que convierten a una economía en algo muy distinto a otra. La suma de todas las asimetrías suele resultar en una ecuación en la que, lejos de haber igualdad, se hacen evidentes profundos desbalances entre dos realidades que, a primera vista, parecían semejantes.

Así por ejemplo, y volviendo al tema, mientras que en México contamos con seis refinerías, Estados Unidos cuenta con 140; esta asimétrica capacidad instalada de producción incide sin duda en las construcciones de los precios al consumidor. Ni qué decir de las muy desiguales capacidades de transporte y almacenamiento de combustibles, con redes de ductos muy interconectadas entre sí en ese país, mientras que nuestros ductos son pocos en términos relativos y de muy baja interconectividad. 

Algo parecido ocurre con la infraestructura ferroviaria, en muelles e instalaciones portuarias y en las capacidades de almacenamiento.

Mientras algunos países cuentan con una capacidad suficiente y hasta holgada para almacenar combustibles en volúmenes equivalentes a 90 días de consumo, nuestro país tiene un promedio de almacenaje aproximado a cinco días de consumo. 

En el plano fiscal, la tasa impositiva sobre los combustibles en el país vecino oscila entre 18 y 20 por ciento de su precio al público, aquí -ya incorporados los ajustes más recientes- llega a 46 por ciento, entre el IVA y el IEPS. Todos estos factores dan por resultado estructuras diferentes de costos. No basta querer reducirlos para lograrlo. Junto con las grandes oportunidades de la reforma energética, superar los citados cuellos de botella en materia de logística, de producción, almacenamiento y transporte de combustibles será indispensable para lograr un mercado interno abierto y cada vez más competitivo. Ese es uno más de los grandes retos que debemos enfrentar y atender en coordinación gobierno, inversionistas y empresarios.

Sin caer en falsos optimismos, hoy el precio promedio de los combustibles en el mercado mexicano es notablemente menor al que alcanzan en muchos otros países.

De acuerdo con el ranking mundial de precios de los combustibles, no estamos ni siquiera a la mitad de la tabla de los más caros, y además de Brasil, Chile, Japón y Hong Kong, otros países como Canadá, China, Argentina, España, Alemania, Francia, Noruega y Holanda tienen precios superiores a los de México.

Hay un proceso en marcha favorable a los precios con base en la oferta y la demanda en el mercado. Pero tengamos cuidado en la siembra de expectativas simplistas. El camino a la frustración -como el que conduce al infierno, según la conocida frase- suele estar sembrado solamente de buenas intenciones.
 

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