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La triada petrolera y el TLCAN

La triada petrolera y el TLCAN

La industria petrolera de los tres países firmantes del TLC - Pemex incluida- sostiene una postura compartida que se expresa en el documento Posición de la Industria del Petróleo y Gas Natural en América del Norte sobre el TLCAN, de agosto de 2017, en el cual las tres organizaciones nacionales de productores de petróleo expresan su respaldo a: políticas orientadas al mercado y a las oportunidades de crecimiento comercial; la eliminación de barreras comerciales; el incremento del comercio y la inversión; el establecimiento de una alianza de los tres países en comercio energético, así como la ampliación de las interconexiones y la profundización de la integración energética.

El documento fue firmado por tres asociaciones que representan al grueso de las empresas dedicadas al negocio del petróleo y el gas en los tres países. En el caso de México, firma la Asociación Mexicana de Empresas de Hidrocarburos, que representa a inversionistas y operadores de 19 países. Es decir, se trata de una asociación “mexicana” que en realidad representa a las compañías más grandes del mundo, merced la reforma energética. En los casos de Estados Unidos y Canadá, las agrupaciones firmantes representan a la mayoría de las empresas del ramo (625 compañías en el caso de EU) con presencia en todo el mundo.

El objetivo de elevar la competitividad de la industria energética de América del Norte se acompaña de la demanda de preservar los logros alcanzados en los últimos años, esto es, el ascenso de Canadá y EU a los primeros lugares entre los productores de petróleo y gas en el mundo y la apertura energética en México.

La triada petrolera plantean a los negociadores del TLCAN que es necesario mantener el carácter trilateral del Tratado, así como su rechazo a cambios que reduzcan las protecciones a las inversiones o impliquen un retorno a los aranceles y barreras que existían antes del TLC.

Igualmente piden reducir (sin dilación) y eliminar aranceles en el comercio de petróleo crudo y gas, en productos refinados, así como en bienes y servicios necesarios para la exploración, producción y refinación. 

El conjunto de demandas de las compañías petroleras se puede resumir en la exigencia de que el sector sea totalmente liberalizado en todas sus fases y que los inversionistas, sin importar sus nacionalidades, reciban un “trato nacional”. En otras palabras, un culto al dios del mercado que no toma en cuenta a los consumidores ni la soberanía energética que nuestro país debería tener.

No contentos con las legislaciones a modo que los protegen en los tres países (la reforma energética les brinda seguridades más allá de lo razonable), los integrantes de la triada petrolera demandan más garantías, que incluyan reglas que restrinjan las expropiaciones que, en caso de darse, deberán acompañarse de una compensación pronta, adecuada y efectiva. 

Por ejemplo, la triada propone introducir cláusulas de coexistencia entre las disposiciones del TLC y las existentes en otros acuerdos con la finalidad única de proteger las inversiones y el comercio liberalizado.

Las demandas de las herederas de las 7 hermanas se encaminan, naturalmente, a proteger y favorecer a las empresas privadas mientras olvidan el papel estratégico del sector, mismo que debería ser puesto sobre la mesa por los negociadores del gobierno mexicano.

Es decir, proponen la misma ruta que en los últimos 23 años ha llevado a México a amoldarse a las necesidades del mercado de EU, sin importar que el grueso de las ganancias de las empresas que pagan salarios miserables aquí, vaya casi por completo al extranjero. Se presume mucho, por ejemplo, el papel de las empresas automotrices porque generan empleo, pero no se dice, o se dice poco, que 56 por ciento de los componentes son importados.

Las preocupaciones de los petroleros tienen un lado bien fundado: invertir en México con la reglas del TLC ofrece a las empresas la posibilidad de reclamar y de propiciar sanciones en caso de incumplimientos. De otro modo, los inversionistas no tienen garantías que no pasen por moches y regalos estilo Odebrecht. Y el gran negocio se achica, que es lo que preocupa a la triada petrolera.

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