
La nueva cadena
Los colores de Hidrosina, Hidrocarburos del Sureste (Hidrosur), Shell y Exxon, entre otros, tienen cada vez más presencia en nuestras ciudades a través de sus nuevas estaciones de servicio, pero, de acuerdo con Raúl Zarrabal García, asesor especializado en la Reforma Energética, lo que se está transformando es, en realidad, la cadena de servicio.
De acuerdo con el especialista, aunque la parte de la cadena de valor a la que se le está dando más atención a partir de la Reforma Energética es la perforación y la extracción, la comercialización y la distribución también están recibiendo cada vez más participantes y nuevos negocios.
“Mientras que la creciente producción ha beneficiado a las empresas de E&P (exploración y perforación), también ha estimulado la demanda de ductos, sistemas de almacenamiento e instalaciones de procesamiento. Durante décadas, el sector de —transporte, almacenaje, distribución y procesamiento— responsable de esta infraestructura operó a la sombra de las empresas de E&P, pero en los últimos siete años el auge del esquisto (en Estados Unidos) ha permitido al sector de tomar su propio camino”, afirma.
Una muestra de este creciente interés es que, en noviembre pasado, en cuanto se liberó el mercado gasolinero en México, empresas de Estados Unidos (EU) se incorporaron de inmediato a la oferta. Es el caso de Kinder Morgan —la firma más grande de ese país con un valor de 110,000 millones de dólares (mdd)—, la cual agregó gasolina a sus ductos de San Diego y Calnev, y ahora está disponible para que los importadores en la frontera con México la compren y transporten a otros lugares del país.
Cuello de botella
Hasta antes de la Reforma Energética, las actividades de refinación de petróleo y transporte, almacenamiento, comercialización, distribución y expendio al público de hidrocarburos en México, se realizaban a través de la Infraestructura nacional de petrolíferos, compuesta, de acuerdo con la Secretaría de Energía (Sener), por seis refinerías, 73 terminales de almacenamiento y reparto, cinco de operación marítima y portuaria, 10 residencias de operación marítima y portuaria y 66 ductos distribuidos por todo el país.
Sin embargo, para la Sener esta infraestructura no será suficiente para garantizar la seguridad energética en el corto y mediano plazo, y en la actualidad representa un cuello de botella.
“En los últimos cinco años, la demanda interna de gasolina, diésel y turbosina presentó un incremento promedio anual de 1.5%. Aumentar la capacidad para la provisión de servicios energéticos de calidad es cada vez más urgente”. Las estimaciones de la Secretaría indican que para 2029 la demanda de gasolina crecerá, al año, 2.7%, y la de diésel 3.6%, según su diagnóstico sobre el sector.
De acuerdo con Francisco Lelo de Larrea, subdirector de Análisis Económico del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP) ese era uno de los objetivos de la Reforma: “diversificar la oferta, tener mayores oferentes, sobre todo, para garantizar la disponibilidad del recurso”.
Las nuevas disposiciones, implementadas de manera paulatina, establecen que las compañías privadas que entren a este mercado deben competir en igualdad de circunstancias con Petróleos Mexicanos (Pemex), lo cual incluye la posibilidad de establecer sus propias estrategias y cadenas de valor.
“Al abrir las oportunidades al sector privado también podremos incorporar los avances tecnológicos a futuro, porque el petróleo va a seguir siendo importante en los próximos 50 o 100 años. Esto permitirá que seamos más competitivos”, afirma Lelo de Larrea. En este sentido, hay en marcha algunas iniciativas que podrían cambiar el escenario en uno o dos años, como una nueva planta de almacenamiento en Yucatán, una cadena de suministro por tren en el Bajío y nuevas gasolineras por toda la República.
¿Y los precios?
De acuerdo con Miguel Llovera, socio de la consultora Deloitte, con el nuevo modelo los precios reflejarán el costo de la cadena productiva, que incluye las variaciones en los precios internacionales del petróleo, el transporte y el almacenamiento, el margen de ganancia de las empresas, los costos de refinación, el tipo de cambio y los impuestos.
A pesar de que los precios de la gasolina y el diésel se liberaron en algunos estados desde el 30 de noviembre, en la realidad los consumidores no han observado variaciones significativas porque el almacenaje y la distribución siguen estando controlados, en su mayoría, por Pemex.
“Es toda una gama, toda la cadena. Un ejemplo es que hoy la gasolina se mueve principalmente por pipas, que es el modo de transporte más caro”, afirma Lelo de Larrea. De acuerdo con el analista, Pemex no va a dejar de participar, pero es necesario apoyarlo, enriquecerlo.
Los mega proyectos
Yucatán será el primer estado en tener una planta de almacenamiento para combustibles completamente en manos de privados. La empresa Hidrosur anunció que construye una terminal marítima en el puerto de Progreso que tendrá una capacidad de 450,000 barriles de combustible, lo que equivale a nueve días de inventario. Entre otras cosas, afirmó el grupo empresarial, esta instalación facilitará la importación de gasolina desde las refinerías de la costa del Golfo de EU, lo que dará mejores precios para el consumidor final. La inversión para el proyecto se estima en 40 mdd y comenzará sus operaciones este año.
Por su parte, la empresa ExxonMobil anunció que también este año abrirá 50 estaciones de servicio, en el área del Bajío y Querétaro, bajo la marca Mobil. Ocho de estas gasolineras ya iniciaron sus operaciones y están siendo abastecidas por las refinerías de la compañía en Texas, utilizando infraestructura privada en la cadena de suministro. Los combustibles son distribuidos por tren a través de dos terminales de combustible ubicadas en San Luis Potosí y San José Iturbide.
“Este plan forma parte del compromiso a largo plazo que tiene ExxonMobil de invertir 300 mdd en logística, inventario y comercialización en México durante los próximos 10 años”, afirmó la compañía en un comunicado.
Otra empresa que hará grandes inversiones en el país es la angloholandesa Shell, que apenas en septiembre abrió su primera gasolinera en Tlalnepantla y que planea invertir 1,000 mdd en los próximos 10 años para expandir su infraestructura y logística. “Este es un gran hito para Shell y muestra nuestro compromiso con México, como el quinto mayor consumidor de gasolina en el mundo”, dijo István Kapitány, vicepresidente ejecutivo de Retail, durante la inauguración.
Además de estos proyectos, Pedro Joaquín Coldwell, secretario de Energía, anunció en septiembre pasado que existían 21 nuevas marcas de gasolineras en el país y para diciembre se habían otorgado 271 permisos de importación de gasolinas, 409 de diésel y 79 para importar turbosina.
“Si tomamos en cuenta las nuevas terminales de almacenamiento, los poliductos, la inversión para transportar combustibles por ferrocarril y las nuevas estaciones de servicio, llegarán a México 16,000 mdd de inversiones en los próximos años”, afirmó Coldwell.
La esperanza es que con esta expansión y diversificación de infraestructura se ofrezcan precios más competitivos a los consumidores, al facilitar las operaciones de transporte y almacenaje, que suelen encarecer el precio al consumidor.
“Lo que necesitamos es recuperar todas esas décadas perdidas para que México cuente con los productos petroquímicos diseñados y producidos en el país, al menos aquellos en los que podamos ser competitivos. Obviamente, seguiremos importando gasolina, pero la gasolina va a ir perdiendo relevancia. La mejor manera de anticiparse es que haya muchos participantes en el mercado” opina Lelo de Larrea del CEESP.