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En el comercio global, ¿quién tomará la escena?

En el comercio global, ¿quién tomará la escena?

La aparente presión que ejerce el gobierno de Trump sobre México en relación a la negociación del TLC ha inducido cambios en la geopolítica económica que se anticipan a una decisión anunciada más no explicada por el gobierno de Estados Unidos.Seguramente, expertos como Jaime Serra, Luis de la Calle, Herminio Blanco y hasta Jaime Zabludovsky señalarán que ya lo habían dicho o previsto, pero lo ocurrido esta semana es resultado del liderazgo que han ido tomando Ildefonso Guajardo de Economía, Luis Videgaray en Relaciones Exteriores y José Antonio Meade en Hacienda.

En primer lugar, el reporte dado a conocer en el FMI por Roberto Azevêdo, director general de la Organización Mundial de Comercio (OMC), es un desafío para EU, porque la razón de la caída de los flujos de comercio mundial (creció en 2016 1.3%, su menor expansión desde la crisis financiera del 2008 y por debajo, por vez primera, del ritmo de expansión del PIB Mundial en 15 años y la perspectiva para el 2017 no es muy diferente al proyectarse una expansión de 2.7%, pero por debajo del PIB global), no se origina en medidas de protección, sino en el cambio de modelo económico que ha propiciado la gran crisis, menos orientado a la exportación y más sustentado en el consumo y el gasto público que comienza por China y del que todos los emergentes son principal causa, incluyendo a México.Segundo, sólo el 5% del total del comercio mundial fue  realizado bajo medidas de restricción a las importaciones y, en las economías emergentes y avanzadas, los liderazgos llenan vacíos.

En primer lugar, Xi Jinping se comprometió en Palm Beach con Trump a reducir el déficit chino de 340 mil millones de dólares, en un plazo de 3 a 5 años, admitiendo mayores exportaciones e inversiones de bienes y capital estadunidense en su país y, en Palm Beach, al geopolítica jugó para facilitar el reacomodo de las fuerzas navales estadunidenses en el problemático mar del sur de China.

Acto seguido, Xi Jinping puso a México y los países de la Alianza del Pacífico, además de los exTPP, la propuesta de establecer un acuerdo similar, con ellos al frente y sin Estados Unidos, pero liderado por China, llamada Asociación Regional Económica Incluyente (Regional Comprehensive Economic Partnership).
Y, mientras, México avanza en las negociaciones del ACE en Brasil y Argentina, Meade se reúne en Washington con los ministros de finanzas de la Alianza del Pacífico y Guajardo acelera la revisión del acuerdo con la Unión Europea.

En el Inter Tarō Asō de Japón lanza la propuesta formal de recuperar íntegro el TPP sin Estados Unidos, para acordarlo en la próxima reunión de la APEC en mayo y está contando con México dado que ambos advierten el riesgo que implica confiar en el impredecible discurso de Trump.

En este contexto se dio el mayor de los debates al interior del FMI: la manipulación cambiaria se ha vuelto parte importante de las estrategias financieras para atraer inversión, exportar y fondear el déficit fiscal, y como dice Agustín Carstens, el gobernador del Banco de México y, sin duda, el mexicano de mayor influencia en el sector financiero mundial, “ningún país en el mundo puede decir que no aplica alguna suerte de medida de protección comercial”.

Así las cosas, México –por el grado de debilidad que le introduce la dependencia con Estados Unidos—podría tomar liderazgos de negociación regionales, pero esos liderazgos tendrán que considerar que la frontera con Estados Unidos nos sigue colocando en una ventaja extraordinaria en el mundo entero de entrar al primer mercado o nos puede dejar como el eterno patio trasero y, no sólo hay que hablar de cadenas de valor, sino de tener el valor de plantear cómo México acelera su inclusión activa en la Cuarta Revolución Industrial, donde para variar, somos maquiladores.

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