
Cómo la importación ilegal de combustibles pone en jaque a la industria
Los argumentos para intentar explicar lo sucedido son
diversos, pero los empresarios que se dedican a la venta y distribución de
gasolinas recuerdan 2020 como el año en que la importación ilegal de
combustibles se convirtió en una especie de nuevo competidor. Este mercado
paralelo, en donde se ofrecen precios mucho más bajos a los que ellos podían
ofrecer, comenzó a satisfacer una gran parte del mercado.
En 2020, el año en que inició la pandemia de coronavirus y
el mercado energético vivió una enorme sacudida, el precio internacional de la
gasolina y el diésel tocó niveles mínimos. La gasolina que se importa desde la
costa este de Estados Unidos –uno de los principales mercados de compra– apenas
se cotizaba en poco más de 2 pesos por litro. Pero la baja no se reflejaba del todo en el precio en que se
importaba el combustible al país.
La razón: el precio en que en ese momento se
ofrecía la gasolina y diésel de importación no hacía necesario que el gobierno
federal aplicara un estímulo, que usualmente se utiliza para disminuir el
porcentaje del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) al que
están sujetos los combustibles.
Entonces, uno o más grupos encontraron ahí un nicho de
negocio: importar las gasolinas, que etiquetadas bajo otra fracción arancelaria
que las hace pasar como aceites automotrices, lubricantes o alcoholes, burlan
el pago del arancel y son vendidos a los comercializadores a un precio mucho
más bajo que el ofrecido en el mercado formal.
Huachicol fiscal y las pérdidas millonarias
La internación ilegal de combustibles –conocida
coloquialmente como huachicol fiscal– ya había sido detectada desde la apertura
al mercado de importación –en 2016, tras la reforma energética de unos años
antes–, pero la baja en el precio internacional de los combustibles, durante
algunos meses de la pandemia, hizo más atractiva la actividad, que ha crecido y
disminuido por periodos en los últimos años.
Los informes del Servicio de Administración Tributaria (SAT)
dicen que 66.7 millones de barriles de combustibles fueron ingresados al país
de manera ilegítima durante el año pasado –el dato más reciente–, alrededor de
14% de la demanda total de gasolina y diésel, que también es cubierta por la
estatal Pemex y las empresas importadoras.
El organismo ha omitido dar a conocer información de lo que
denomina como “contrabando de combustibles” desde finales de 2022. Como sea,
los números publicados por el órgano fiscalizador hablan de un incremento
sustancial de la actividad desde el inicio del sexenio: en 2018 la importación
ilegal de combustibles se estimó en 45.8 millones de barriles y ya para 2021 se
había más que duplicado hasta llegar a los 102 millones de barriles y
representar alrededor del 21% del total de combustibles consumidos en el país.
La forma en que el SAT estima este número es simple: la
cantidad de gasolina y diésel que produce la estatal Pemex sumada a la que
traen al país las empresas importadoras no da como resultado el total del
consumo nacional y entonces su conclusión es que el resto llega al país de una
manera ilegal.
En 2021, el año en que las importaciones ilegales
registraron su nivel más alto, el SAT dejó de percibir alrededor de 58,000
millones de pesos por recaudación de IEPS relacionados con productos del
mercado petrolero. El volumen máximo de ese año se explica por la imposición de
gravámenes a la importación de combustibles: los precios bajos que entonces
registraban las gasolinas –siguiendo la tendencia iniciada durante los primeros
meses de la pandemia– hizo que el gobierno federal impusiera la totalidad de
los impuestos a las importaciones y a los combustibles en general.
La correlación de las cifras es clara: cuando la
administración federal aplica un subsidio a las gasolinas y entonces se pagan
menos impuestos, la cantidad de importaciones ilegales disminuye porque se
vuelve un negocio menos atractivo para los grupos que lo operan. Al contrario,
cuando los gravámenes se aplican en su totalidad o en un alto porcentaje, esta
cantidad de importaciones aumenta. Y así se explica la baja registrada durante
2022.
El efecto inesperado de una guerra
La invasión rusa a Ucrania trajo consigo un alza
considerable en el precio de los combustibles y entonces el gobierno federal
aplicó durante algunas semanas hasta 100% de subsidio al IEPS de las gasolinas
y el diésel y además aplicó un estímulo complementario a los distribuidores de
los combustibles.
De un momento a otro se hizo menos atractiva la importación
ilegal porque no hacía sentido importar gasolinas a un precio similar al que se
vendía dentro del mercado regulado.
De pronto la gasolina en México –con todos
los estímulos aplicados– fue más barata que como se cotizaba en el mercado de
importación y entonces internarla de manera ilegal careció de sentido.
“Las ventas ilegales de combustible efectivamente se
detuvieron después de que México comenzó a subsidiar los precios minoristas de
combustible a raíz de la invasión rusa de Ucrania a principios de 2022”, dice
un análisis de la agencia de precios de referencia OPIS, de Dow Jones Company.
“Los volúmenes de combustible ilegal en el país comenzaron a aumentar después
de que los precios internacionales volvieran a los niveles anteriores a la
invasión y el gobierno reanudó los impuestos sobre los combustibles”. Como parte de esta dinámica, a la par del crecimiento en la
internación ilegal de gasolinas, otro segmento suele crecer en importaciones:
el de lubricantes automotrices, sin que exista algún sustento para esta alza.
Gasolina que entra como lubricante automotriz
Los lubricantes no están sujetos al pago del IEPS y entonces
son usados como método de evasión para introducir los hidrocarburos,
principalmente a través de las aduanas terrestres. Como ejemplo, en 2021 la
demanda nacional estimada de lubricantes fue de alrededor de 5.5 millones de
barriles, pero al país ingresaron alrededor de 26 millones de barriles de
productos bajo esta fracción arancelaria.
Las fuentes de la industria identifican algunas otras formas
de internar combustibles de manera ilegal al país: a través de la réplica de
facturas y documentos legales necesarios para la internación de los
hidrocarburos y a través de la declaración de un nivel menor al que realmente
se está importando al país.
De ambas formas logran evadir el pago total de los
impuestos y entonces ofrecer un precio más bajo a los comercializadores de
combustibles y operadores de estaciones de servicio. Empresarios entrevistados
aseguran que el precio de gasolina o diésel comprado en este mercado alterno
puede ser entre 5 y 2 pesos menor al que se ofrece de manera legal.
Las fuentes también refieren que los principales compradores
de este tipo de combustible son aquellos que operan alguna estación de
autoconsumo, es decir, compañías transportistas o que operan una gran cantidad
de vehículos. A ellos, comprar este tipo de combustible les representa altos
ahorros para su operación diaria.